¡Se quien eres! ¡No lo hagas mas difícil! Eres uno de esos chicos que fuman, que toman alcohol, que se drogan, y que andan buscando problemas en todas partes- dijo Irene con desprecio, mirándolo a la cara.
-¡Ya te dije que no puedo evitarlo! No puedo dejar de fumar, ni de beber…
-¡Pues inténtalo! Hazlo por mí. Odio que hagas eso ¿sabes? ¡Lo odio!- le gritó a aquel chico que quería ser hombre, le gritó a aquella persona ojos color cielo, le gritó al amor de su vida- ¡Ya me cansé, Joaquín! No quiero estar más contigo, tú no eres con el que quiero estar- le dolía cada palabra que pronunciaba, aunque no quiera admitirlo.
-Te equivocas. Siempre fui yo, Irene. Siempre fui y seré yo- los ojos de él reflejaban tristeza y ella no se atrevía a mirarlo.
-Yo quería a alguien… diferente. Te imaginaba distinto, un perfecto príncipe azul.
-Nadie es perfecto.
-¡Ya lo sé! Pero mantuve la esperanza de que lo seas. Por eso te acompañé, te escuche, te comprendí y a duras penas te seguí a esos lugares donde te metías solo para buscar problemas.
-Entonces estás decepcionada- ahora el estaba desafiante. Le dolía cada centímetro de su cuerpo y de su alma saber que ella no quería estar más con él, y era por su culpa, su culpa porque sabía que no la merecía.
-No realmente. Solo que no entiendo como puedes hacer todas esas cosas y estar conmigo, siendo nosotros tan diferentes… No eres el príncipe con el que soñé toda mi vida, no eres ese sueño echo realidad que siempre quise, pero aún así…- hizo una larga pausa. Joaquín la esperó, paciente, pero ella no hablaba, porque al fin lo comprendió todo.
-¿Aún así, que?- ella lo tomó de la mano y lo miró a los ojos.
-Aún así te amo.
Y lo amará por siempre.
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