Allí estaba ella, detrás de la escalera, como cada noche, a la misma hora, esperando a que ese alguien acudiera a buscarla. Lo esperaba sentada, con su vestido azul cielo y el corazón en las manos. Su mirada llena de preguntas y de respuestas. Quería poder decirle todo lo que sentía de una vez. No podría soportar otra noche con todo ese peso en su alma. Se le escapaba la vida suspiro a suspiro y el amor de su vida no lo sabía. Estaba demasiado lejos, demasiado. Y lo único que le quedaba de él era la promesa de que una noche de esas volvería a buscarla. Miraba al portal cada vez que notaba la precencia de algo, de alguien. Un coche, un gato, una bolsa arrastrada delicadamente por el frío viento. No era él. Sólo quedaban minutos. Sus manos empezaban a sudar y su interior temblaba de miedo. Una lágrima cálida rodó por su mejilla blanca. El corazón apenas le latía. Sentía morirse, de tristeza. Agachó la cabeza entre sus piernas mientras en un susurro lo llamaba por su nombre. Era un sollozo amargo, de una mujer herida, rota. Una mujer cansada de luchar, de esperar. Silencio. Entonces algo en su interior habló, y ahí lo entendió todo. Una extraña certeza sopló al corazón que su otra mitad no le estaba fallando. Él había venido a buscarla. Estaba ahí, en su alma. Le dio la mano, sin miedo, sin duda alguna. Era su amor, tenía que irse con él. Era la hora. Por fin podrían estar juntos, y ahora si sería para siempre. Un suave suspiro quedó en aquel hueco de la escalera. Ahora vacío de vida. Mientras, fuera, el viento dejó de soplar, y las nubes comenzaron a llorar, precipitadamente.
Hace 14 años
1 comentario:
BESOTE ALEE :) (L
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