18/9/08


Y
fué entonces que recordé, que los mejores instantes son aquellos en los que no hablamos, en los que nos miramos a los ojos, en los que no hace falta decir nada, aquellas situaciones en las que el tiempo y el espacio desaparecen de nuestras vidas y solo somos vos y yo, tu corazón y mi corazón, uno contra el otro, casi hablandose en su sordo lenguaje de latidos, es ahí, cuando un abrazo crea un mundo aparte, y cuando ambos sentimos que por más que busquemos, ninguna palabra va a poder decir lo que se vive de la piel para adentro.

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